21/4/09

Prueba con silla de ruedas.

El 4 de abril de 2009, realizamos la primera prueba del Metro de Sevilla, ya con explotación comercial normal y sin buscarlo premeditadamente pero sin poder ser de otra manera con la abuela, "la Niña Dolores" que no iba a perderse montarse en un Metro que lleva esperando más de treinta años. Precisamente esta tardanza la obliga a utilizar una silla de ruedas para evitar cansarse demasiado.

La idea del viaje es aprovechar la tarde del sábado para ir de compras y en vez de ir como de costumbre al centro o a Nervión, pues ir al centro comercial Metromar situado en Mairena del Aljarafe y dejar el coche en casa.


El viaje se inicia en la Estación de Plaza de Cuba y termina en la Estación de Ciudad Expo, el acceso a la estación como es lógico se realiza en el ascensor, que aunque mantiene los inconvenientes de tiempo de espera y aceleración, la plataforma queda correctamente nivelada y la separación horizontal es mínima, por lo que no se dificulta el movimiento de las rueda. Aunque la puerta de entrada y salida del ascensor no sea la misma y esto pueda despistar a algunos viajeros es innegable que es una ventaja para los usuarios de sillas de ruedas o carritos de bebes, al mantenerse invariable, al utilizar el ascensor, el sentido de la marcha del viajero.



Una vez en el vestíbulo de la estación, siguen sorprendiendo las inmensas colas que se forman para utilizar las máquinas expendedoras de billetes, colas que seguramente se acentúan por el desconocimiento de la mayoría de las personas tanto de las tarifas como el sistema de acceso.


Ante la desesperación por la cola, ya que esta vez sí que hacía falta cargar la tarjeta, mi tía Nela incapaz de asumir la ineptitud de los demás, reprocha a uno de los jefes de estación, no sólo la carencia de máquinas expendedoras, sino la inutilidad que supone tener paralizadas las máquinas con explicaciones que otra mucha gente no necesita, así como tener la máquina interior sin uso con la cola que tenían las exteriores. Supongo que abrumado por la "mala follá granaina", el jefe de estación optó por dejarme pasar con su pase para cargar la tarjeta en la máquina interior.


Una vez cargada, obviamente, tenía que salir para no solamente validar el acceso del resto del grupo, sino el mío propio, para lo que incomprensiblemente el jefe de estación me dice que utilice la tarjeta que acababa de cargar para salir. Como es lógico, la máquina no abría las puertas por no haber sido validada la entrada en esa tarjeta.


Ante la incapacidad de entender tal simple problema por parte del jefe de estación tuve que recurrir a la mirada de "calla la boca y escucha", para hacerle ver que si había entrado con su tarjeta tenía que salir con la misma.


Tras tan cómico momento, iniciamos el esperpéntico proceso de entrar las ocho personas del grupo. Yo iba dejando reposar la tarjeta sobre el sensor que con increíble lentitud abría las puertas, además no se podía estar mínimamente dentro del pasillo que forma la máquina, ya que las puertas se bloquean. Para pasar con la silla de ruedas (silla que necesita de una segunda persona que la empuje) hay que pasar dos veces la tarjeta, esperando entre ambas el tiempo necesario para que se rearme el sistema. Supuestamente los sensores detectan que son dos personas y en caso de pasar una sola vez la tarjeta cerraría las puertas antes de pasar la segunda persona. Esto es muy improbable y simplemente será una pequeña mentirijilla para que no pasen dos por uno, si fuera así con "reposar" 8 veces la tarjeta podríamos pasar los 8 de una vez; pero lo que es innegable es que no pagar está penado y entre el personal que vigila los tornos y las cámaras y la necesidad de volver a pasar la tarjeta para salir es muy probable que te pillen y te multen.



Una vez pasados los tornos nuevamente utilizamos el ascensor para descender al andén. En el andén nos encontramos además de la misma falta de información en los paneles informativos del día inaugural (sentido del tren y tiempo de llegada) nos encontramos un nuevo problema, al ser los trenes mucho más pequeños que el andén no se sabe previamente a que altura va a parar el tren, al tener el sistema de cristaleras dos tipos de puertas:


  1. Las puertas de apertura automática con unos círculos verdes con el logo del metro bastante grande.

  2. Las de emergencia para salir desde las vías, con barras de apertura de dudosa utilidad si las personas están en el andén.

Como no hay una diferenciación en los marcos de las puertas la mayoría de los viajeros esperaban enfrente de las de emergencia, que subconscientemente eran más identificables como puertas, al tener las barras de apertura.

Las puertas exteriores no tienen marcado cuál de ellas corresponde con el vagón que dispone de espacio para sillas de ruedas, por lo que hay que buscar la puerta que dispone del espacio reservado.


Todas las puertas de acceso son iguales en lo relativo a distancia entre el andén y la plataforma del vagón, que como ya ocurrió con el Metrocentro, es excesiva.



El puesto reservado para sillas de ruedas, solamente uno en cada unidad de metro, dispone de unos ganchos de utilidad más que dudosa, por lo menos en el modelo de silla que utilizábamos y con apariencia de ser más un peligro que otra cosa ya que impedían apoyar correctamente la silla sobre panel vertical y se clavaba en la espalda.

El cinturón de seguridad estaba diseñado para sujetar a la persona y no a la silla, de forma que si se usaba correctamente el cierre del cinturón quedaría en el respaldo causando importantes molestias al usuario. Sobre todo se echaba de menos la falta de unas instrucciones que explicaran la correcta utilización de los sistemas y la posición de la silla.


En la imagen se puede ver como NO DEBE utilizarse el cinturón, ya que este debe sujetar la silla y no a la persona, hay que tener en cuenta que en esta posición, las costillas de la persona sufren el impacto tanto del peso de la persona como de la silla, lo que en modelos eléctricos puede suponer más del doble del peso corporal de la persona.

Igualmente la posición indicada para la silla es apoyada en el respaldo mirando en sentido contrario al movimiento del tren, de forma que en las frenadas el peso de la silla se traslade al panel vertical y no al cinturón. Por ello debería haber espacios mirando en cada sentido y utilizarse en función del sentido de marcha.


El Metro, como tantos otros adelantos que tradicionalmente son criticados en Sevilla como caprichos innecesarios (cercanías, carrilbus, peatonalización, carrilbici, aparcamientos, …), es un éxito desde el primer momento superándose ampliamente las expectativas y, por qué no decirlo, colapsando. La imagen del metro están siendo las colas, los espacios abarrotados y las bullas, tan comunes en la Semana Santa sevillana pero tan incomprensibles para una infraestructura que llega con cuatro años de retraso respecto al proyecto final y treinta al global. Empujones, pisotones, aplastamientos, desmayos no son admisibles

Del mismo modo fallos referidos a la accesibilidad de la infraestructura, como la distancia entre el vagón y la plataforma, la falta de señalización o los fallos de diseño en las máquinas son incomprensibles. Como se puede ver en la imagen es prácticamente imposible que una persona en silla de ruedas utilice las máquinas expendedoras de billetes.

Las pantallas de los tornos, que indican el saldo, restante tampoco son visibles desde una silla, ni tienen un contraste ni tamaño adecuado para ser utilizadas por personas con problemas de vista.


Pese a la gravedad de estos fallos son todos fácilmente solucionables, algunos ya se han solucionado en infraestructuras "gemelas" y otros pueden salvarse modificando el diseño de las nuevas máquinas y tornos. Absolutamente necesarios no sólo por la "inaccesibilidad" de los actuales sino por la necesidad de nuevas instalaciones que el colapso del metro YA está reclamando a la empresa adjudicataria.




3 Comentários:

Irene dijo...

Genio y figura hasta la sepultura Un ole!!! por la señora (que yo sí sé quien es) por aguantar tus experimentos jejeje

Hans dijo...

Interesante reportaje! A ver si un día de estos me paso por el metro de Sevilla, que yo aún no he ido.

Mr Threepwood dijo...

Por fin encuentro alguien más que ha visto lo inaccesible que es el metro de Sevilla. De hecho, la separación entre el andén y el vagón es peligrosísima y espero que no tenga que lamentarlo en breve tiempo.

(Otro que también ha puesto su reclamación y ya ha escrito al defensor del pueblo).

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