Autor: Quinlan Terry.
Fuente: http://www.qftarchitects.com/essays/sustainable.php
Traducción: Pablo Álvarez Funes
En todos nuestros debates sobre arquitectura sostenible, el mayor foco de discusión está en cómo reducir el consumo energético por parte de los usuarios del edificio que los arquitectos diseñamos. Sin embargo, esto es sólo una parte de un problema mucho mayor donde se barajan, entre otros, los siguientes parámetros:
1.- Longevidad: duración de nuestros edificios.
2.- Emisiones contaminantes en la producción de los materiales de construcción a emplear.
3.- Inercia térmica.
4.- La capacidad de reciclaje de los edificios demolidos.
5.- Puentes térmicos.
La tabla muestra estos parámetros arriba; en la columna de la izquierda podemos ver varios tipos de materiales y técnicas constructivas tradicionales y modernas. Déjenme hacerles una breve introducción acerca de ellos.
1.- Longevidad: No tiene sentido construir un edificio sin emisiones contaminantes en el momento de ser ocupado si sólo tiene una vida útil de unas pocas décadas, ya que el proceso de reconstrucción es muy costoso a efectos ambientales. Podemos construir una caravana con un buen aislamiento, pero si sólo dura 20 años, las consecuencias ambientales de su demolición y reconstrucción serán considerables. Podemos ver en la tabla que una estructura moderna de acero obtiene un rango C y muchos de esos edificios son demolidos tras cuarenta años. Mientras, los edificios construidos con materiales tradicionales del tipo descrito al principio de la tabla, obtienen un rango A, y con un mantenimiento normal tendrán una duración indefinida.
Por tanto demoler edificios construidos con materiales tradicionales, que pueden ser fácilmente rehabilitados, es ambientalmente dañino. La energía empleada en la demolición de esos edificios equivale (según el Instituto de Investigación de la Construcción) a 4000 galones de petróleo, suficiente para que un Ford Mondeo de la vuelta al mundo cinco veces. Estos combustibles fósiles ya han sido quemados y el CO2 ya está en la atmósfera. Así que, ¿por qué repetir el proceso?
2.- Debemos considerar los costes, a efectos ambientales, de la producción de los materiales que empleamos. Nuevamente, piedra, ladrillo, mortero de cal, pizarra y madera obtienen un rango A, mientras que el acero, hormigón armado, muros cortina de vidrio, aluminio y PVC obtienen un rango B o C. La piedra está directamente sobre o bajo la superficie y simplemente necesita ser cortada y transportada donde se requiera, mientras que la energía consumida en la producción de materiales modernos es considerable.
El doble acristalamiento, contrariamente a la opinión general, es doblemente dañino por dos razones. Primero: anima a los arquitectos a construir amplios muros cortina cuando en realidad deberían construir muros sólidos con ventanas más pequeñas; y segundo, los cierres herméticos de los dobles acristalamientos están garantizados sólo por cinco años. De esta forma el coste ambiental de reponer estos vidrios es insustituible. Incluso algunos arquitectos modernos reconocen que un muro de ladrillo con huecos horadados podría ganar a un muro cortina de vidrio a efectos de ahorro energético.
3.- Inercia térmica: Los edificios tradicionales son sólidos y pesados, mientras que los edificios modernos son ligeros y frágiles. Muchos hemos notado que cuando entramos en una iglesia tradicional italiana en verano, el edificio está agradablemente fresco; esto se debe a que la inercia térmica contrarresta las variaciones diarias y estacionales, mientras que los muros delgados y ligeros no tienen la suficiente inercia térmica para contrarrestar esas variaciones.
Todos sabemos que el aire acondicionado tiene un gran consumo energético en climas cálidos. Recientemente he construido una casa en Texas con gruesos muros de ladrillo y techos altos y hay constancia de que el consumo de aire acondicionado es considerablemente menor que con una estructura liviana con delgados muros sin inercia térmica.
4.- Capacidad de reciclaje: los edificios que hoy día duran sólo unas pocas décadas deben demolerse. La demolición produce tal cantidad de escombros que tiene que ser transportada a un vertedero autorizado, por no mencionar los problemas de deshacerse de nuevos materiales como el asbesto y refrigerados gastados. Los edificios tradicionales están construidos con mortero de cal y sus materiales pueden ser reutilizados, y el mortero de cal puede enriquecer la tierra. Antiguamente muchos edificios se construían a partir de materiales de edificios más antiguos, generalmente ladrillos, piedra y madera. Esto era necesario porque en aquellos tiempos todos los materiales debían ser transportados con carros tirados por caballos, lo cual encarecía la construcción, por lo que emplear los materiales a mano era un incentivo.
5.- Dilatación: los materiales tradicionales, ladrillo, piedra y mortero de cal son virtualmente inertes a los cambios de temperatura, por lo que tienen un rango A, mientras que los materiales modernos como hormigón armado, acero, vidrio, aluminio y PVC obtienen un rango B o C. Esto se debe a que tienen un coeficiente de dilatación tan elevado que requieren juntas de dilatación a intervalos regulares. Esta es la principal razón de su corta vida, ya que las juntas de dilatación (rellenas de materiales plásticos que se degradan con la luz solar) no pueden proteger el edificio de la lluvia y la entrada de agua.
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Nosotros los arquitectos somos en gran parte causantes del problema, que no puede ser resuelto con nuestro homenaje particular a los diagramas de flujos. Nuestros edificios, particularmente los rascacielos, son desastres medioambientales. Durante los últimos cincuenta años hemos construido ciudades dependientes en su construcción del acero, hormigón armado y plástico. No tenemos en cuenta el consumo de recursos naturales para la construcción de nuestros edificios, que cada vez son mas altos, más diáfanos y ocupan más superficie (y en consecuencia cada vez más dependientes de luz artificial, climatización, ascensores y transportes. En nuestro uso tan prolífico de petróleo y gas diseñamos edificios temporales con materiales de peor calidad que deben ser reemplazados a intervalos regulares y no pueden reciclarse. De esta forma hemos creado un entorno precario e insostenible.
¿Qué podemos hacer?
Hay una alternativa que ha demostrado su eficacia durante 4000 años, se llama Construcción tradicional: fábrica resistente, altura modesta, tejados de pizarra y tejas y ventanas pequeñas. Es bella y sostenible, es la expresión arquitectónica de toda civilización.
Pero ha sido rechazada.
Sir David King, científico jefe designado por el gobierno británico para asesorar sobre sostenibilidad, ha dicho: necesitamos un cambio completo en el diseño de los edificios, un cambio cultural en el modo de vida y uso de los recursos y un cambio radical en la actitud de los arquitectos hacia el público.
Leon Krier ha dicho: O nos hacemos a la idea de que con este sistema vamos encaminados a un suicidio colectivo, o realizamos un giro copernicano para reconvertir nuestros problemas ambientales hacia soluciones más manejables. En estas circunstancias es tanto una locura como un crimen no cambiar la situación.
No estamos diseñando coches, aviones o armamento que debe ser reemplazado cada veinte años para mantener la competitividad. Estamos diseñando un lugar mejor en el que vivir.
¿No es hora de empezar a pensar lo impensable? ¿De rechazar todo el sistema moderno de construcción y empezar a darnos cuenta que la única salida es mirar hacia atrás y redescubrir nuestro legado? Sólo entonces tendremos la posibilidad de producir un entorno que será sostenible y valioso para nuestros nietos.
Quinlan Terry